Habitar las formas
Nada deviene a nada sin una fascinación por la multiplicidad.
El acto fotográfico se consolida en el fotógrafo como un virus que transmite la urgencia de capturar las formas que lo rodean. Se expande como un estornudo que no tiene límites, propagándose imperialmente, colonizando superficies y territorios, adueñándose de un lenguaje, de una narritiva y una forma.
En una época de sobreproducción de imágenes, ¿dónde se traza la línea para ser meritorio del título “fotógrafo”? ¿Se es fotógrafo porque se ha generado un lazo emocional con una temática? ¿Poque se produce imágenes de forma continua e ininterrumpida? Pueda que el vínculo requiera ser aún mayor, más similar a un contagio, como la mordedura de un vampiro por ejemplo, que transmite en ella todas las alianzas necesarias para devenir en él. Es decir, no basta el disfraz, lo que cuenta es la infección.
Los fotógrafos son una manada y su tablero es el mundo y el mundo está hecho de píxeles y/o haluros de plata, listos todos para ser expuestos no solo a luz necesaria, sino también a un moldeado: la realidad vista y procesada por un otro, en su intencionalidad, en su urgencia de expresión, en su propia estética e incluso, en su propia sensación de color.
Son ellos, los que fotografían, los que se encargan de re-formarlo todo, son ellos los infectados, aquellos que lo portan en la sangre, los que pueden habitar lo que los rodea en la forma que desean.
– Cristias Rosas Chocano
Esmeralda 986 CABA
Lunes a Viernes de 15 a 19 hrs
Del 14 de septiembre al 5 de octubre

